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Ya es viernes y, como de costumbre, en el cierre de algunos correos se encuentran despedidas del tipo ‘Buen fin de semana’, ‘Qué pases un magnífico finde’, etc. Leyendo estos enunciados, irremediablemente asoma la misma pregunta: ¿Por qué, por norma general, no se reciben el lunes emails que transmitan la misma ilusión hacia el inicio de la semana? Este ánimo jubiloso e ilusionado de los viernes no sólo se encuentra por escrito. También se percibe en nuestra oficina o si visitamos a un cliente. Al entrar en contacto con otros cuando está llegando el fin de semana, detectamos un ambiente más eufórico que, por ejemplo, un martes.

Esta diferencia de talante entre el sábado y el domingo y el resto de días, debería hacernos pensar. La cuestión es que, si la semana tiene siete días y, todo parece indicar, solo disfrutamos de dos, ¿podemos suponer que la ratio de felicidad semanal es demasiado baja? Francamente, parece alarmante. Preocupa porque lo que aquí explico, puede estar dando razón de lo que observo en algunas empresas: el “Efecto Zombi”.

Me explico: cuando la insatisfacción laboral en un individuo se dilata en el tiempo, éste, con el devenir de los años, comienza a convertirse en un ser grisáceo. Tales sujetos culminan el proceso viviendo alienados en los siempre esperados sábados y domingos, lobotomizados de toda motivación para el cargo que desempeñan en su día a día.   

En otro momento analizaré las posibles causas de insatisfacción; pero, por ahora me enfoco en aquellos a los que les resuene lo que cuento. A quien escueza lo que aquí escribo, tiene buenas noticias porque existen pócimas para regresar a la vida. Como brebajes en forma de reflexión.

Si lo que se quiere es resucitar del gris y la mediocridad, sugiero comenzar posicionándose en una idea: la vida solo se vive una vez. Aunque suene a tópico autoayudesco o a estrofa de alguna canción conocida, es necesario situarse ahí para recobrar el alma y tomar las riendas de nuestra vida. Interiorizar que cada momento que pasa ya no vuelve, ayuda a encontrar nuevas sendas que dirijan al centro de nuestro corazón.

Y no importa ni la edad ni el sexo ni el tipo de trabajo que desarrolles, solo importa comenzar a pensar en lo que realmente te gustaría hacer de verdad. Una vez tengas una Visión clara de aquello que auténticamente quieres ser, bastará con ponerse manos a la obra elaborando un plan de acción. ¿Será fácil llevarlo a cabo? Probablemente haya momentos de todo. ¿Será simple? Sí, mucho, si se ha visto la meta con claridad.

Y una vez emprendida la marcha en dirección a tus sueños, cuando topes con los necesarios obstáculos con los que te encontrarás recuerda que, siendo el trabajo parte importante de nuestra vida, hacer algo que no te apasiona, además de descorazonador puede resultar frustrante. Pero más allá de eso, llegado el caso, piensa en lo importante del camino. Observa con atención lo mucho que estás aprendiendo y los colores que, cada vez más, brillan en ti. Disfruta, en definitiva, del recorrido y de todo lo bueno que está por venir.